El grupo se coloca en círculo. Una persona entra al centro, adopta con su cuerpo la forma de un árbol y dice:
—Soy un árbol.
A continuación, otra persona se une a la escena representando algo relacionado con el árbol: un pájaro, una raíz, una hoja, el cielo, el viento, el tiempo… No hay un orden establecido. Poco a poco, el resto del grupo va entrando de uno en uno, sumándose a la imagen con su cuerpo y diciendo lo que representan:
—Soy el campo.
—Soy el otoño.
Cada integrante se incorpora físicamente a la escena según su elección, hasta que todas y todos están formando parte de la composición grupal.
Entonces, la persona que comenzó (la que era el árbol) elige a uno de los compañeros diciendo:
—Me quedo con… el pájaro.
Todos los demás abandonan el centro, dejando solo al elemento elegido (en este caso, el pájaro), quien da inicio a una nueva ronda empezando de nuevo:
—Soy un pájaro.
Y así continúa la dinámica, permitiendo que la imagen se transforme constantemente y que el grupo explore nuevas asociaciones de forma creativa y colaborativa.
—Soy un árbol.
A continuación, otra persona se une a la escena representando algo relacionado con el árbol: un pájaro, una raíz, una hoja, el cielo, el viento, el tiempo… No hay un orden establecido. Poco a poco, el resto del grupo va entrando de uno en uno, sumándose a la imagen con su cuerpo y diciendo lo que representan:
—Soy el campo.
—Soy el otoño.
Cada integrante se incorpora físicamente a la escena según su elección, hasta que todas y todos están formando parte de la composición grupal.
Entonces, la persona que comenzó (la que era el árbol) elige a uno de los compañeros diciendo:
—Me quedo con… el pájaro.
Todos los demás abandonan el centro, dejando solo al elemento elegido (en este caso, el pájaro), quien da inicio a una nueva ronda empezando de nuevo:
—Soy un pájaro.
Y así continúa la dinámica, permitiendo que la imagen se transforme constantemente y que el grupo explore nuevas asociaciones de forma creativa y colaborativa.