Se elige una historia conocida por todos, como Caperucita Roja. Cada participante probablemente recuerde una versión distinta o tenga olvidadas partes del cuento. El grupo debe representar la historia actuando de forma simultánea, sin acordar previamente la narración. Algunos harán de Caperucita, otros de árboles, la madre, el lobo o incluso objetos del entorno. Todos deben estar siempre en escena, interpretando algo útil para la historia, ya sean personajes o elementos del espacio.
Cualquier personaje, como Caperucita o la abuela, puede ser representado por distintas personas a lo largo de la historia, pero nunca debe haber dos iguales en escena al mismo tiempo. La clave está en observar, escuchar y adaptarse a las propuestas de los demás, construyendo colectivamente una versión viva y compartida del cuento.
Cualquier personaje, como Caperucita o la abuela, puede ser representado por distintas personas a lo largo de la historia, pero nunca debe haber dos iguales en escena al mismo tiempo. La clave está en observar, escuchar y adaptarse a las propuestas de los demás, construyendo colectivamente una versión viva y compartida del cuento.