Los participantes se colocan en círculo y se pasan el turno mediante una palmada, acompañada de contacto visual claro con la persona a la que se dirige. Quien tiene el turno da una palmada mirando directamente a la persona que debe recibirla, que a su vez responde con otra palmada, indicando que la ha recibido correctamente.
Gradualmente, el formador introduce modificaciones en la forma de pasar y recibir la “bala” (el turno):
pueden ser variaciones en el ritmo, dirección inesperada, palmadas dobles, combinaciones con el cuerpo, etc., aumentando así la complejidad del juego y la atención necesaria.
Finalmente, la palmada se sustituye por otros gestos y sonidos, manteniendo siempre la claridad en la entrega, la recepción y el contacto visual.
Gradualmente, el formador introduce modificaciones en la forma de pasar y recibir la “bala” (el turno):
pueden ser variaciones en el ritmo, dirección inesperada, palmadas dobles, combinaciones con el cuerpo, etc., aumentando así la complejidad del juego y la atención necesaria.
Finalmente, la palmada se sustituye por otros gestos y sonidos, manteniendo siempre la claridad en la entrega, la recepción y el contacto visual.